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Puzzle 90

Kód: 36058944

Puzzle 90

Autor JUAN JOSE PLANS

Puzzle 90, primer libro reúne una colección de artículos publicados por el autor entre el 8 de octubre de 1989 hasta el 30 de diciembre de 1990 que fueron apareciendo en el suplemento dominical del diario La Nueva España: «Inicié ... celý popis

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Puzzle 90, primer libro reúne una colección de artículos publicados por el autor entre el 8 de octubre de 1989 hasta el 30 de diciembre de 1990 que fueron apareciendo en el suplemento dominical del diario La Nueva España: «Inicié ilusionado en 1989 una colaboración de periodicidad semanal en el periódico asturiano La Nueva España tras no ejercer el oficio de escritor durante un tiempo que ahora estimo demasiado prolongado, aunque supongo que mis razones o sinrazones tendría para ello. Los artículos, que al menos por mi parte prefiero llamar piezas para una total identificación no sólo con el título sino también con el espíritu de la sección, Puzzle, se publican desde el 8 de octubre del referido año en el suplemento dominical del diario, editado en Oviedo. Creo que, nuestra historia, es comparable a un puzzle. Puede que, aparentemente, haya piezas que no tengan nada en común, y que otras carezcan de significado. Pero acabamos descubriendo lo equivocados que estábamos cuando acertamos a encajarlas en su debido lugar, y es que todo forma parte de un todo. Igualmente pienso que, cada uno, a lo largo de su propia historia, también configura un puzzle, de los de nunca acabar, pues aunque tenga un principio de lo que sí estoy seguro es de que se nos escapa su final, como la vida misma. Este es mi puzzle. Un puzzle que, según acontecimientos cósmicos, terrenales, sociales o personales, es crónica, documento, reportaje, editorial, crítica... y hasta diario, en algunos casos bastante íntimo. El lector debe tener en cuenta que soy un modélico piscis, eso dicen. En este primer libro de Puzzle se reúnen las piezas publicadas hasta el 30 de diciembre de 1990.» Juan José Plans (Gijón 1943) es uno de los principales representantes de la actual generación de escritores españoles. Buena parte de sus obras han sido adaptadas para televisión y radio, medios en los que sobresale como gran guionista (Premio Nacional de Radio 1972; Premio Ondas 1982; fue director del Centro Territorial de TVE en Asturias de 1984 a 1988). Sus novelas El cadáver (1973) y El juego de los niños (1976) han sido llevadas al cine (fue director del Festival Internacional de Cine de Gijón). Destaca como autor de temas fantásticos –Las langostas (1967), Crónicas fantásticas (1968), El gran ritual (1974), Paraíso final (1975), Babel Dos (1979), El último suelo (1986), Lobos (1990)– aunque ha cultivado otros géneros –La gran coronación (1968), Los misterios del castillo (1971), De noche, un sábado (1979), Historia de la novela policiaca (1970), &c. Su biografía Casona (1965) volvió a publicarse en 1990. Colaborador habitual en periódicos y revistas (fue redactor-jefe de La Estafeta Literaria). Figura en más de treinta antologías nacionales y extranjeras. Traducido al portugués, polaco, francés, ruso, inglés. Gustavo Bueno en el Prólogo titulado «Sobre la presencia del autor en la obra» (páginas 7-17), establece una clasificación de los modos de entender esa «presencia del autor en su obra», proponiendo, además, el lugar al que habría que referir a José Plans, dentro de esa clasificación, en tanto se le considera como dando «unidad» (por su propia presencia) al Puzzle, que es su obra: «'Presencia del autor en su obra': una fórmula que utilizamos, como si designase algo consabido, cuando nos referimos a la obra literaria, pero también a la obra musical, o a la arquitectónica y, en general, a la obra artística y aun a la obra científica. 'En sus sonatas para piano, en sus cuartetos, en sus sinfonías, está presente un mismo Beethoven; todas sus sonatas, cuartetos o sinfonías llevan marcado su sello, porque todas estas obras son la expresión de su mismo espíritu'. Nada más claro si ese 'sí mismo' tuviese posibilidad de ser conocido y tratado al margen de las obras en las que parecer se expresa. Pero, ¿qué sería de Beethoven, como músico, al margen de sus sonatas, sus cuartetos o sus sinfonías? Nada. Puesto que Beethoven músico es el conjunto de esas sonatas, cuartetos o sinfonías. Luego cuando hablamos de la 'presencia del autor en su obra', como fundamento de la unidad de esta obra, hemos de cuidarnos de interpretar la 'presencia' por medio de la idea de 'expresión'. Con esto no queremos insinuar que la idea de una 'presencia del autor en su obra' carezca de sentido, cuando retiramos el sentido aparente logrado por medio de la idea de expresión. En realidad, la fórmula 'presencia del autor en su obra' tiene muchos sentidos y, lo que es más importante, estos sentidos son muchas veces incompatibles entre sí. Otras veces son compatibles. La primer distinción que consideraremos es la distinción entre una presencia subjetiva (correlativia a la aproximación a la obra de arte desde la perspectiva de la subjetividad real –es decir, corpórea– de su autor u autores) y una presencia objetiva (correlativa a la aproximación a la obra de arte desde la perspectiva de la objetividad de esa obra, en la medida en que esta objetividad pueda tomarse como punto de vista para ver, desde ella, incluso a su propio autor). La obra artística de un bailarín es indisociable de su subjetividad corpórea: aquí, el autor de la danza está presente en su obra, con presencia subjetiva y sustancial, cuando actúa en vivo, en el escenario; pero en el video de esa danza, aunque la obra haya sido disociada sustancialmente del danzante, sin embargo su presencia subjetiva, no sustancia, pero sí esencial, se mantiene íntegra. En realidad, en este caso, sólo podemos entender la obra de arte desde la perspectiva de la presencia subjetiva en ella de su autor, puesto que esta presencia es esencial, estructural, y sin ella, el mismo contenido de la obra desaparece. Pero cuando el pianista improvisa 'en vivo' un preludio (del que es autor e intérprete) es evidente que basta cerrar los ojos, o volver la cabeza, para que la obra aparezca disociada de la subjetividad de su autor, y la grabación del preludio no hace sino avanzar en este proceso de disociación (la diferencia genética entre la mano derecho y la mano izquierda, desaparecerá también reabsorbiéndose en la unidad estructural del tejido sonoro). Pero, ¿qué puede significar una presencia objetiva del autor después de haber sido eliminada precisamente su subjetividad real en la obra? Puede significar muchas cosas muy diversas entre sí y que cabe clasificar según diferentes criterios. He aquí dos criterios, sin duda importantes, y que no son necesariamente excluyentes: (1) Aquél según el cual se separa las formas de presencia oblicua (externa a la obra) de las formas de presencia interna (intencional) del autor en su obra, si es que estas son posibles. Hablaremos de presencia oblicua en los casos en los que el tejido mismo de la obra ha segregado a su autor y éste no necesita estar presente en ella (es el caso del autor de una novela de varios personajes escrita desde perspectiva omnisciente); porque es evidente que la obra, que no es causa sui, ha de decir referencia al autor, como el efecto dice referencia a sus causas, incluso cuando él actúa extra causa. Hablamos de presencia interna, si es ella posible, cuando el autor es requerido desde la obra misma, desde sus propia textura intencional. (2) Aquél según el cual se separan las formas de presencia isológica pura (es decir, no sinalógica) y las formas de presencia sinalógica (que no excluye la isología). Isología dice unidad basada en la semejanza, en la igualdad, en la analogía: es la unidad entre la cabeza de un fémur de un animal y la cabeza de un fémur de otro animal de su misma especie o género. Sinalogía (de synallasso = unir, juntar) es una unidad basada en el acoplamiento entre piezas distintas, en la conexión de causa a efecto, en la continuidad o contigüidad de partes diferentes pero concatenadas: es la unidad entre la cabeza de un fémur y su acetábulo. Diremos pues, aplicando estos conceptos, que la presencia objetiva del autor en su obra puede tener un significado isológico puro y puede tener un significado sinalógico. Es interesante advertir que tanto la presencia iPPPPPPPPPPPPPPPPPPPPP PPPPPPPPPPPPPPP

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